Miércoles
Miércoles Si había algo que le gustaba a Ana, eran las cenas de los miércoles. A diferencia del resto de la semana, los miércoles se comía, religiosamente, tortilla de papa. Esperaba que llegaran esas noche con ansias para poder verla a su mamá cocinando con mucha paciencia y dedicación su plato favorito. Como si tan solo con comer una porción, el resto de la semana fuese menos pesada. Ana, como todos los miércoles, volvía del colegio y pasaba por la verdulería de Carlitos a comprar papa y cebolla para la cena. Mientras decidía qué verdura llevar, noto algo que brillaba. Pensando que estaba alucinando, achinó los ojos para ver con claridad y para darse cuenta de que, aquello que irradiaba luz, provenía del cajón de papas. Pero no eran todas ellas las que tenían ese efecto, sino algunas. Justo la cantidad que llevaba la receta. Como si alguien le estuviera diciendo que esas eran las mejores, las más acordes a todas las indicaciones de su mamá...